Muchas empresas se preguntan si pueden convertir sus gastos en investigación y desarrollo (I+D) en una inversión a largo plazo y cómo esto afecta a los beneficios fiscales que reciben por hacer I+D.
En este artículo, vamos a explicar de forma clara qué significa convertir estos gastos en una inversión y cómo esto se relaciona con los impuestos que paga una empresa. También veremos si se puede hacer las dos cosas a la vez: invertir en I+D y ahorrar en impuestos.
Definiciones de I+D contable y de I+D+i fiscal
La norma contable define la investigación como un proceso de búsqueda sistemática y original con el objetivo de adquirir nuevos conocimientos o una mejor comprensión en el ámbito científico o técnico. Esto implica explorar diversas opciones para crear nuevos materiales, productos o procesos, o mejorar los ya existentes. Es la fase inicial donde se generan ideas y se exploran posibilidades.
El desarrollo se refiere a la aplicación práctica de los conocimientos obtenidos en la investigación. En esta etapa, se trabaja en la creación de prototipos, diseños y planes concretos para producir nuevos productos o mejorar los existentes. Es decir, se pasa de la teoría a la práctica, buscando transformar las ideas en realidades tangibles y comercializables. En resumen, la investigación es la fase exploratoria y la investigación es la fase de implementación.
La Ley del Impuesto sobre Sociedades, en su artículo 35, define las actividades de investigación y desarrollo (I+D) con un enfoque más amplio que la norma contable. Además de la investigación y el desarrollo tradicionales, la ley incorpora el concepto de «innovación tecnológica». La investigación se entiende como la búsqueda de nuevos conocimientos científicos o técnicos, mientras que el desarrollo se refiere a la aplicación de estos conocimientos para crear nuevos productos, procesos o mejorar los existentes.
Un aspecto clave de la definición fiscal es que incluye actividades como la creación de prototipos, la realización de pruebas y la creación de software avanzado. Esto significa que la ley abarca un espectro más amplio de actividades innovadoras, reconociendo la importancia de la innovación tecnológica en la economía actual. La definición fiscal de I+D es más inclusiva y busca fomentar la inversión en actividades innovadoras que puedan generar beneficios económicos a largo plazo.
La normativa fiscal española introduce el concepto de «innovación tecnológica» para ampliar el alcance de las actividades consideradas como investigación y desarrollo. Esta innovación se refiere a cualquier actividad que resulte en un avance tecnológico, ya sea creando nuevos productos, procesos o mejorando sustancialmente los existentes. Esto incluye desde la fase inicial de diseño y creación de prototipos hasta la realización de pruebas y demostraciones. Es importante destacar que la innovación tecnológica no solo se limita a grandes inventos, sino que también abarca mejoras incrementales y adaptaciones de tecnologías existentes, siempre y cuando representen un avance significativo.
Deducciones fiscales por I+D+i contra Activación de gastos contable
La normativa fiscal ofrece flexibilidad a las empresas a la hora de tratar los gastos de I+D. Según consultas oficiales como V3281-16 y V4906-16 , la decisión de activar o no estos gastos a nivel contable no condiciona el derecho a aplicar las deducciones fiscales por I+D. Esto significa que las empresas pueden elegir la opción que mejor se adapte a su situación sin perder los beneficios fiscales asociados a sus actividades de investigación y desarrollo. La normativa establece una clara separación entre los criterios contables y fiscales para los gastos de I+D. La decisión de activar contablemente estos gastos no condiciona el derecho a las deducciones fiscales. En otras palabras, puedes activarlos o no, y en ambos casos podrás aplicar las deducciones correspondientes.
Aunque la ley te permite elegir si quieres convertir los gastos de I+D en una inversión a largo plazo (activarlos), es importante tener en cuenta que la forma de contabilizar estos gastos es diferente a la forma de calcular los beneficios fiscales. Por ejemplo, la contabilidad divide los gastos de I+D en investigación y desarrollo, mientras que la ley fiscal los trata de forma conjunta. Esto puede generar dudas, especialmente cuando hablamos de innovación tecnológica, ya que la contabilidad no tiene una cuenta específica para este tipo de gastos.
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